Obsolescencia Programada: “Comprar, Tirar, Comprar”

PoluxEstilo de Vida8 months ago111 Views

Tengo en casa un televisor led de 55¨smart, que aún enciende, pero no da la imagen completa, y tengo la opción de llevarlo a un taller para su reparación, pero aún no le he llevado porque por otro lado también he pensado, que por el valor de la reparación bien podría agregar algo más de dinero y comprar un tv nuevo, con sistemas más actualizados, ya que hoy tanta variedad de marcas que han abaratado el costo de estos equipos, pero ¿sabemos a cambio de qué, ahora son tan económicos los artículos que llevamos a casa?

La respuesta a esta pregunta la encontramos en el término “Obsolescencia programada” es decir, la reducción deliberada de la vida de un producto para incrementar su consumo.

Hay un documental que genero bastante conversación en su momento Comprar, tirar, comprar (2011). Como suele pasar, hay opiniones divididas: algunos lo ven como una fuente confiable, otros no tanto. Pero más allá de si todo lo que dice es 100% comprobable, lo cierto es que toca temas que en algún momento todos nos hemos cuestionado.

Según lo que plantea el documental, desde los años 20, cuando salía un nuevo producto al mercado, este se probaba a fondo para asegurar que funcionara bien y durara mucho. Y ahí es donde, curiosamente, empezó el problema para las grandes industrias. ¿Por qué? Pues porque los productos eran tan duraderos que no hacía falta reemplazarlos pronto, así que la gente no compraba tan seguido. Resultado: menos ventas, más inventario acumulado, fábricas paradas y menos trabajo para los empleados. Un panorama complicado para la economía basada en producción constante.

¿La solución que encontraron algunas empresas? Llegaron a un acuerdo para fabricar cosas con menor vida útil. Así, el ciclo de “comprar, usar, desechar y volver a comprar” nunca se detendría. Ingenioso… o inquietante, según cómo lo veas.

El documental respalda esta idea con ejemplos bastante impactantes. Uno de ellos es el de una bombilla en California que lleva encendida más de 100 años (¡sí, aún funciona!). Otro caso es el del nailon: cuando se inventó, las primeras medias eran tan resistentes que podían usarse incluso para remolcar coches. Pero claro, ¿quién iba a comprar medias nuevas si las primeras no se rompían nunca?

Al igual que los ejemplos del documental, hay un montón de productos por todo el mundo que vienen “tuneados” desde fábrica para durar menos. Y no estamos hablando de cosas raras, sino de objetos que usamos a diario. Un caso bastante conocido es el de las impresoras: muchas traen un chip que cuenta cuántas impresiones haces y, al llegar a cierto número, simplemente dejan de funcionar. Así, sin más.

Esto, obviamente, deja muchas preguntas en el aire. ¿Realmente estamos avanzando hacia un futuro tecnológico si nos ponemos límites tan absurdos? ¿No estaríamos entorpeciendo a los inventores y científicos del mañana al sabotear nuestras propias creaciones? ¿Sabemos lo que estamos consumiendo en realidad? Y si lo supiéramos con claridad, ¿seguiríamos comprando igual?

La mayoría quizás no tenga una idea muy precisa sobre el concepto de “obsolescencia programada”, pero seamos honestos: todos hemos notado lo poco que duran las cosas hoy en día. Aunque no sepamos los detalles técnicos, intuimos que hay algo raro detrás de esa “casualidad” de que justo cuando algo se daña, ya no hay repuestos o arreglarlo cuesta más que comprar uno nuevo.

Y sí, aunque podamos reparar ciertos productos, muchas veces los modelos quedan fuera del mercado en poco tiempo. Las piezas dejan de fabricarse, y si las encontramos, están carísimas. Al final, nos sale más barato comprar el modelo nuevo y dejar el viejo en el olvido.

Entonces, con la manera en la que funciona todo hoy, cuesta imaginar un mundo sin esas limitaciones. Pero, siendo sinceros, incluso si la tecnología durara más, probablemente seguiríamos cayendo en la tentación de comprar lo más nuevo. Al fin y al cabo, la tecnología avanza tan rápido que siempre habrá algo más brillante, más rápido o atractivo. Tal vez, más que una estrategia empresarial, la obsolescencia también tenga algo que ver con nuestra necesidad constante de mejorar lo que tenemos… y con esa costumbre de dejar atrás lo que ya no nos emociona.

¿Estamos realmente siendo víctimas del sistema, o simplemente estamos eligiendo seguirle el juego?

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